Al dejar de fumar disminuye la irritación bronquial, el exceso de moco y hay una mejor oxigenación de los tejidos por lo tanto se puede evidenciar una mejoría en las pruebas de función pulmonar. Los daños producidos al parénquima pulmonar, es decir al tejido de los pulmones en sí, no se recuperan: son permanentes. Por lo tanto la recomendación es siempre la misma: dejar de fumar cuanto antes.