No hay evidencia que ni el agua fría ni el agua a temperatura ambiente tengan alguna influencia en el metabolismo o digestión de grasas, siendo este un mito común. No existen mayores diferencias en el cuerpo sin importar la temperatura del agua al ser tomadas por lo que no existe una recomendación específica de temperatura.
Solo si existiese algún tipo de problema gastrointestinal como la diarrea podría resultar contraproducente tomar agua fría debido a la sensibilidad que tendría la mucosa a la temperatura, de igual manera se considera que el agua fría puede enlentecer de manera muy ligera el proceso de digestión de alimentos.
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