La sensación de asco o rechazo a ciertos alimentos puede corresponder a rasgos individuales no relacionados con enfermedad ni necesariamente con un embarazo.
Estos pueden aparecer como parte de conductas aprendidas o experiencias personales previas, por ejemplo un mal recuerdo o evento relacionado al consumo de alguno de esos alimentos.
Algunas otras situaciones que podrían facilitar dichas molestias incluye algunas situaciones como la gastritis, pero no es el signo característico de esto y usualmente pasa en períodos de exacerbación.