Solo si la persona está totalmente controlada puede exponerse a altitudes por encima de los 3.000 metros. Se recomienda de todas manera una valoración por neumología previo al viaje así como acudir con medicación antiasmática, proteger la nariz y la boca del frío y comer e hidratarse más de lo regular.
Cabe acotar que por encima de los 3.000 metros de altitud es fácil confundir una crisis de asma como el mal de montaña, mal de páramo o mal de alturas por lo que un médico debe tener esto en consideración a la hora de hacer diagnóstico diferencial.
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