Los "fuegos" son manifestaciones de una infección por un virus llamado herpes, el cual se aloja en los nervios del cuerpo desde el primer contagio (que suele ser durante la infancia) y vuelve a aparecer en ciertos periodos, especialmente cuando la persona se somete a estrés o tiene una baja en las defensas. Por lo cual, ésta infección suele ser recurrente y no tiene una cura específica. La transmisión puede realizarse por contacto directo de la secreción de las lesiones, y puede contagiarse también en los genitales si la persona mantiene relaciones sexuales orales. Dura en promedio 10 días y se resuelve sin ningún tratamiento específico, aunque existen medicamentos que acortan el periodo de la enfermedad.
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