El contacto prolongado de la piel de las manos con el agua genera la aparición de arrugas cutáneas como parte de una respuesta del sistema nervioso autónomo simpático. No existe claridad respecto a la razón fisiológica detrás de este proceso, pero se ha postulado como un mecanismo evolutivo asociado a la manipulación de objetos o superficies húmedas.
Es igualmente esperable que el contacto inicial con el agua hidrate un poco las manos facilitando la sensación de suavidad. En el contacto prolongado y de acuerdo a las características del líquido (caliente o con sales) puede ocurrir una exacerbación de síntomas en piel en pacientes susceptibles como en casos de dermatitis atópica.