Esto es debido a la estimulación de los nervios que recogen la sensibilidad de la lengua, los cuales al encontrarse activos generan un accionamiento secundario sobre las glándulas salivales con el fin de preparar la boca ante este estímulo ácido.
De no llegar a formalizar el consumo de la sustancia, esta acción se detendrá y se disminuirá la producción de saliva, de lo contrario continuará en el tiempo hasta una vez haya finalizado el desencadenante.