La ansiedad puede tener distintos orígenes. Puede corresponder a rasgos de la personalidad más notorios en algunos individuos, puede constituir una enfermedad o trastorno de ansiedad o relacionarse con el contexto situacional, es decir, por aquellas cosas que ocurren en el entorno y la vida de la persona que sean desencadenantes de estrés o ansiedad (responsabilidades escolares o laborales, conflictos personales o familiares, entre otras).
Cualquiera de estas situaciones puede expresarse en el cuerpo y ser direccionada a través de la comida con los síntomas que manifiesta. En este caso lo ideal sería solucionar el origen de la ansiedad, dentro de otras estrategias que puede realizar es consumir alimentos ricos en proteínas, abundantes frutas y verduras, así como incrementar la ingesta de agua. El propósito de lo anterior es reducir la ingesta de calorías, aumentar la saciedad y mejorar su estado nutricional.
En este sentido, la próxima vez que desee comer nuevamente después de una gran comida, escoja frutas, frutos secos o ingiera agua. Puede reemplazar tres grandes comidas por 5-6 comidas de menor tamaño durante todo el día, coma despacio masticando muchas veces para estimular la saciedad.
Realice actividad física regular, lo cual ayudará al control del peso y a disminuir la ansiedad.
Si en cualquier momento considera que la ansiedad escapa su control o se acompaña de un malestar significativo, no dude acudir a valoración médica o profesional.