Los infartos cerebrales se dividen en isquémicos y hemorrágicos, los síntomas de ambos son muy similares y dependen del área cerebral afectada (debilidad de extremidades, alteraciones del habla, asimetría del rostro, entre otros) la única manera de diferenciarlos es con una Neuroimagen (resonancia o tomografía). La isquemia se da por la obstrucción del flujo sanguíneo en un vaso, y la hemorragia es secundaria a la ruptura del vaso sanguíneo (éste es el que en realidad se conoce como derrame).