Existe un efecto que ocurre al ingerir algunos tipos de antibióticos junto a bebidas alcohólicas llamado efecto antabus o tipo disulfiram, que ocurre usualmente con antibióticos de tipo imidazol (metronidazol, secnidazol, ketoconazol), algunas cefalosporinas (cefamandol, cefoperazona, cefotetán) y la clorpropamida. Esto ocasiona que se inhiba el metabolismo del alcohol, aumentando su concentración en sangre, causando una potencial intoxicación que puede llegar a ser grave. Por esta razón la recomendación general es no consumir alcohol en ninguno de los casos de inicio de tratamiento antibiotico.