Sentir asco no tiene explicación exacta. Suele relacionarse con alimentos, bebidas, olores o situaciones que causan disgusto o desagrado. Los factores que lo desencadenan son diferentes para cada persona y en ocasiones suelen estar relacionados con náusea, vómito, sudoración, descenso de la presión arterial e incluso desmayos. Sin embargo, esta sensación se relaciona más con un componente emocional y psicológico que con algo patológico.
Si la sensación de asco es muy frecuente, se intensifica o presentas síntomas adicionales (disminución del apetito y pérdida de peso, náusea y vómito frecuentes, sudoración o desmayos), te recomiendo acudir a tu centro de salud.