Es cierto. Un prótesis de rodilla puede durar por el resto de la vida de una persona sin necesidad de ser reemplazada siempre y cuando la persona no tenga factores que puedan afectar la prótesis como lo es hacer ejercicios de alto rendimiento, movimientos repetitivos que requieran pedalear o sentarse y agacharse precuentemente, y lo más importante: no estar en sobrepeso porque la carga mecánica sobre la prótesis puede dañarla rápidamente.