El prurito (picor) se produce por un proceso fisiopatológico que incluye dos vías: una directa y una indirecta. La primera en la que unas células denominadas queratinocitos liberan mediadores (neuropéptidos, interleucinas, proteasas y citocinas) que se unen a receptores específicos para el prurito. En la segunda estas misma células liberan sustancias pruritogénicas (NGF, NT-4, LTB4, TXA2, ET-1, eCB y endorfina-β) estimulando a otras células de defensa denominadas mastocitos para que liberen histamina y otras sustancias activando a otras células de defensa denominados eosinófilos que activan a los receptores antes mencionados. Esta activación viaja por el sistema nervioso a través de fibras de conducción lenta hasta el cerebro (corteza insular y sensoriomotora primaria y secundaria) donde se procesa la sensación.
Las causas son múltiples e incluyen irritantes, deshidratación, estrés, sudoración, alteraciones en la circulación, entre otras.