Los niños -y principalmente los recién nacidos- respiran a una velocidad superior a la de los adultos, siendo hasta 60 respiraciones por minuto lo normal. Es normal que hayan momentos de pequeñas aceleraciones sin indicar una patología.
Asista a urgencias si: respira demasiado rápido, se le hunden las costillas, no come o todo lo vomita, tiene fiebre mayor de 38 °C, convulsiones, se pone azul o morado, lo ve mal.