La varicela es una enfermedad viral infectocontagiosa de tipo exantematosa, es decir, que produce un brote de piel característico que permite identificarla en su forma de comportamiento. Las lesiones que se presentan en la piel comienzan como una pequeña pápula que luego se llena de líquido, transformándose en una vesícula que rasca, se inflama, estalla (liberando el líquido que contiene) y que posteriormente forma una costra para sanar definitivamente.
Lo más importante para que la varicela no deje secuelas tipo cicatriz en la piel es no rascar las lesiones. Así se evita también esparcir por otras zonas del cuerpo el virus, transmitirlo a otras personas por contacto con las lesiones y que las lesiones se contaminen con bacterias presentes en uñas y manos. La duración total de la infección desde el momento de contagio hasta la desaparición o curación de las lesiones de piel es variable, pero en promedio toma unas 4 a 6 semanas, siendo las primeras 2 a 3 semanas el período de incubación necesario para que aparezcan las lesiones de piel características.