La sed ocurre como un reflejo ante un aumento de la concentración de electrolitos en la sangre (osmolaridad) que al sobrepasar un determinado umbral activa los receptores osmolares a nivel hipotalámico o la disminución en la cantidad de líquido circulante (disminución de volumen) detectado por los barorreceptores a nivel del seno carotídeo (cuello) y envían una señal a nivel del tallo cerebral que induce igualmente la sensación de sed para reponer el líquido.
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