La apendicitis es una urgencia médica que puede poner en riesgo la vida del paciente si no se trata a tiempo. La evolución postoperatoria dependerá -en gran medida- de qué tan avanzada estaba la enfermedad al momento de la cirugía (por ejemplo si cursó o no con peritonitis).
Es normal que después de una cirugía los pacientes se sientan inseguros, cansados y un poco aprehensivos. Al estar en reposo, al pararse podría marearse y llegar a desmayarse si lo hace sin precaución.
Por ello se recomienda que de estar acostada, pase a sentarse sobre la cama unos minutos, posteriormente a estar de pie y finalmente caminar en pequeños pasos y siempre acompañada de alguien que pueda ayudarle en caso de perder el equilibrio.
Si no existieron complicaciones en la cirugía, es tiempo de que trate de caminar para ayudar a que la recuperación sea más rápida. Siempre dentro de lo que el médico que le atendió le haya indicado, a sabiendas de que las primeras veces se sentirá muy cansada y querrá regresar a recostarse. No se sobrepase ni exija demasiado. Deje que el cuerpo pueda sanar antes de intentar volver a su rutina anterior.
En cuanto al daño a los pulmones, la respuesta es no. Durante la cirugía removieron el apéndice (un órgano situado cerca de la unión entre el intestino grueso y delgado, del lado derecho del cuerpo). Su ubicación es mucho más abajo de los pulmones y en cualquier caso el hígado y el diafragma sirven de barrera natural por lo que el médico que le operó ni siquiera pudo haber tocado los pulmones.