La privación del sueño es un factor de riesgo para el desarrollo de distintas alteraciones mentales, al igual que la alteración de su desempeño físico por la fatiga derivada del mismo. Lo recomendable es mantener un adecuado patrón de sueño de mínimo 6 horas. Si por ciertas razones no es posible lograr esto, asegurar espacios de recuperación para garantizar un adecuado reposo mental es importante igualmente.