Los antibióticos son las sustancias o medicamentos suministrados con el fin de contrarrestar o tratar diversos tipos de infecciones desde leves hasta graves, ocasionadas por bacterias.
Los antibióticos no sirven para el tratamiento de enfermedades ocasionadas por virus, parásitos y hongos. Este tipo de medicamentos debe ser usado bajo prescripción médica, dado que el mal uso favorece la resistencia antibiótica, es decir, favorece que las bacterias muten y no puedan ser controladas por este tipo de medicamentos, pudiendo llegar a poner en riesgo la vida de la persona que padece la infección.
Existen múltiples familias de antibióticos las cuales son apropiadas para ciertos grupos de microorganismos y será decisión del médico tratante definir de acuerdo a la edad del paciente, antecedentes de enfermedades, tipo de microorganismo causante, entre otros, el tipo de antibiótico de elección.
La recomendación es que en general se tomen con agua, evitando tomarlos con líquidos como la leche ya que para algunos antibióticos puede verse afectada su absorción.
En cuanto a los alimentos, algunos de los antibióticos se recomienda tomarlos con el estómago lleno y otros con el estómago vacío, por lo tanto lo ideal es consultar con el médico tratante si para el antibiótico enviado hay alguna interacción con los alimentos.
Se debe completar el tratamiento durante el tiempo indicado por el médico, así se presente mejoría antes, esto con el fin de evitar la resistencia de las bacterias.
Ante el olvido de una dosis lo indicado es tomarla lo más pronto posible y se requeriría cambiar el horario de las dosis siguientes, es decir, si el medicamento debía ser tomado cada 6 horas y fue ingerido con 5 horas de atraso, la siguiente dosis será a las 6 horas de tomada la última dosis.