La neumonía es un proceso inflamatorio del parénquima pulmonar, secundario a infecciones por diferentes microorganismos como hongos, bacterias o virus, los cuales se pueden encontrar en nariz o garganta y que son inhalados e infectan los pulmones o pueden llegar a la vía área en forma de pequeñas gotas que se producen con los estornudos o la tos. El parénquima pulmonar está constituido por alvéolos, que son pequeños sacos que permiten el proceso de la respiración; cuando ocurre la infección se llena de pus y líquido, lo que altera el proceso de la respiración ocasionando fiebre, expectoración, sensación de ahogo, disnea, tos, respiración rápida, sonidos anormales al respirar y malestar general. La neumonía afecta principalmente a menores de 5 años y adultos mayores, tiene altas tasas de mortalidad, sobretodo en países en vía de desarrollo. Los principales agentes etiológicos clásicamente involucrados, son: 1. Streptococcus pneumoniae: La causa más común de neumonía bacteriana en niños; 2. Haemophilus influenzae de tipo b (Hib): La segunda causa más común de neumonía bacteriana; 3. El virus sincitial respiratorio: Es la causa más frecuente de neumonía vírica. 4. Pneumocystis jiroveci: Es una causa importante de neumonía en niños menores de seis meses con VIH/SIDA, responsable de al menos uno de cada cuatro fallecimientos de lactantes seropositivos al VIH. La neumonía se puede clasificar teniendo en cuenta dónde se adquirió la infección, su etiología, forma de presentación, gravedad, evolución y localización en los pulmones. Se consideran factores de riesgo para presentar neumonía la presencia de enfermedades crónicas que generen inmunosupresión, desnutrición, prematurez, asma e hiperreactividad bronquial, infecciones respiratorias a repetición y cuadros de otitis media aguda con requerimientos de tubos de timpanostomía. El tabaquismo pasivo, hacinamiento y exposición a contaminantes son factores de riesgo importantes para los niños. Este tipo de infecciones respiratorias son más comunes en los meses fríos, ya que aumenta la circulación de los agentes virales y el hacinamiento.