Herpes Zóster es una enfermedad infecciosa causada por el virus varicela zóster (VZV), el mismo virus que causa la varicela. Después de que una persona se recupera de la varicela (infección primaria), el virus permanece inactivo en el cuerpo. Sin embargo, puede reactivarse años más tarde, causando herpes zóster (culebrilla). Se ignora el mecanismo por el que la reactivación del virus varicela zóster produce la aparición de herpes zóster. Cuando se reactiva el virus varicela zóster, éste se desplaza por los nervios sensitivos recorriendo estos hasta la piel y causando una erupción cutánea en uno o dos territorios inervados por un nervio (distribución dermatomérica). Los dermatomas torácicos y lumbares son los que se afectan con más frecuencia. La erupción no suele cruzar la línea media del cuerpo. En condiciones normales, estas lesiones se siguen formando durante 3-5 días, y la duración total de la enfermedad es de 10-15 días. Sin embargo, puede pasar hasta 1 mes hasta que la piel regrese a la normalidad. Cualquier persona que haya tenido varicela corre el riesgo de padecer herpes zóster, pero este riesgo aumenta a medida que se envejece. Las personas con herpes zóster pueden contagiarle el virus de la varicela zóster a cualquier persona que no sea inmune a la varicela. El contagio suele ocurrir mediante el contacto directo con las vesículas abiertas, a través de secreciones respiratorias. Sin embargo, una vez infectada, la persona presentará varicela en lugar de herpes zóster. Si bien no es una afección que pueda poner en riesgo la vida, el zóster puede ser muy doloroso. Las vacunas pueden ayudar a reducir el riesgo de tener herpes zóster
El tratamiento temprano puede contribuir a acortar la duración de la infección que produce y a reducir las posibilidades de tener complicaciones.