El sarampión es una enfermedad altamente contagiosa y mortal. La introducción de la vacunación ha evitado alrededor de 20,4 millones de muertes entre los años 2000 a 2016. El sarampión es provocada por la infección de un virus de la familia de los paramixovirus, cuya transmisión es a través del contacto directo, aire y secreciones respiratorias. El virus afecta principalmente el aparato respiratorio y puede extenderse a otras regiones del cuerpo. El cuadro infeccioso inicia usualmente con fiebre alta que aparece de 10 a 12 días luego de la exposición al virus y puede tener una duración de 4 a 7 días asociada a rinorrea o secreciones por la nariz, tos, ojos rojos y llorosos, lesiones blancas en el interior de la boca y aparición de exantema o lesiones rojas en la piel que pueden presentarse 7 a 18 días luego de la exposición al virus. El sarampión puede provocar complicaciones como deshidratación, infecciones de oído, encefalitis, ceguera y neumonía. El sarampión puede ser prevenido con la aplicación de la vacuna contra el sarampión que suele aplicarse en conjunto con las de que previenen rúbeola y parotiditis.