Es una enfermedad infecciosa producida por el virus de la hepatitis D, el cual requiere de la asistencia del virus de la hepatitis B, para poder causar enfermedad en los seres humanos. La infección puede generar desde una enfermedad aguda autolimitada hasta una infección crónica que produzca una cirrosis e incluso una falla hepática.
El virus de la Hepatitis D se transmite principalmente a través de la sangre y del contacto sexual. Una vez ingresa al organismo el virus se dirige hacia el hígado donde requiere una de las proteínas generadas por el virus de la hepatitis B para poder replicarse y causar enfermedad.
Los principales factores de riesgo para el contagio del virus son: el uso de drogas intravenosas y múltiples transfusiones sanguíneas.